Gran Desfile de Entroido

 

Érase una vez un huerto maravilloso, el huerto del Liceo La Paz. Aquel rincón de la naturaleza parecía tener magia: sus deslumbrantes colores formaban arcoíris, la mezcla de sus olores resultaba deliciosa, sus plantas crecían fuertes y abundantes, estaba lleno de vida y, sobre todo, era un refugio de paz para todos los niños y niñas que en él trabajaban y aprendían.

Una tarde de Carnaval sobrevoló el huerto una mariposa que se quedó fascinada con aquel espectáculo. La curiosidad la llevó a explorar cada rincón y cuánto más veía más deseaba formar parte de tanta belleza.

Posó su vuelo en los jugosos tomates, se acercó intrigada y descubrió que cada uno de ellos se mostraba tal y cómo era, auténticos y sinceros, no se ocultaban detrás de capas, si no que demostraban que ser uno mismo es una valiosa virtud.

La mariposa continuó con su camino y se topó con el brócoli. Vio que irradiaba vitalidad y salud y se sintió animada a cuidar su cuerpo y mantenerse fuerte.

Al retomar su vuelo, la mariposa se sintió atraída por una fruta que nunca antes había visto. La pitahaya era única y exótica. Sus colores mostraban el encanto de lo diferente y su singular sabor le pareció irrepetible.

Después se detuvo entre las manzanas, ellas tenían mucha experiencia y su longevidad las hacía sabias y buenas consejeras, contaban antiguas historias y aventuras. Nuestra curiosa amiga estaba encantada con sus cuentos y secretos.

Vio entonces al kiwi y su exterior marrón y rugoso. No le pareció tan bonito y atractivo como el resto de las plantas hasta que reveló su delicioso interior lleno de tonos blancos y verdes. La mariposa lo había juzgado sin conocerlo y pensó que había sido apresurada y que el kiwi era tan extraordinario por dentro como por fuera.

Llegó hasta un grupo de cebollas que tenían lágrimas en los ojos. Quiso consolarlas para que no se sintieran tristes hasta que se dio cuenta de que su llanto era de emoción porque sabían apreciar cada detalle y encontrar la alegría en las cosas sencillas.

Volando de nuevo encontró a las zanahorias. Le contaron que estaban listas para ser cosechadas y que llevaban meses creciendo poco a poco. Su paciencia le hizo pensar en la necesidad de tomarse el tiempo necesario para observar, comprender y madurar.

Un poco más tarde se topó con las cerezas. Colocadas por parejas, siempre de la mano, compartiendo los buenos y los malos momentos. Se sintió maravillada por su lealtad y quiso encontrar también a alguna compañera para su vuelo.

La mariposa siguió con su viaje y tropezó con una gran corona de hojas. Las piñas parecían nobles reinas, muy corteses, consideradas y amables, todo un ejemplo de buenos modales.

Cada vez más encantada con sus aprendizajes conoció a las fresas. Dulces y cariñosas, alegraban el corazón de quienes las rodean con sus bonitas palabras.

Desde las parras vio a las uvas formando racimos unidos. Parecían grandes amigas que colaboraban y trabajaban juntas para alcanzar sus metas. De ellas supo que, en equipo, se consiguen hasta los retos más complejos.

Un profundo e intenso color púrpura captó su atención. Eran las berenjenas que parecían gemas preciosas entre las hojas verdes. Lucían tan serenas y en calma, que la mariposa quiso descansar de su aventura quedándose tranquila a su lado.

Con las energías renovadas reparó en un árbol que había llegado desde muy lejos. El aguacate deseaba conocer mundo, era inquieto y curioso y buscaba nuevos suelos en los que asentarse y crecer. Con su espíritu explorador había visto muchos huertos diferentes y aprendido un poco de todos ellos.

Escuchó una risa refrescante y contagiosa. Eran las sandías que se contaban chistes y hacían bromas entre sí. Su alegría hizo que nuestra protagonista se sintiera llena de vida y energía.

Su última parada fue entre los cítricos. Limones y naranjas le brindaron optimismo, ganas de seguir avanzando y positivismo. Fueron como un rayo de sol capaz de iluminar hasta el día más gris.

Y así, la mariposa se llevó consigo un poco de la magia del huerto. Ahora ella también formaba parte de su esencia y su vuelo era más hermoso en cada aleteo.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

Muchas gracias a todos por venir y formar parte de este día inolvidable.

 

También os dejamos una selección de fotos realizadas por Revela Estudio:

 

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