Los pasados 26 y 27 de marzo se celebró el Congreso Mundial de Educación Infantil con la participación de profesionales de más de 18 países.
Después de dos años sin poder celebrarse de forma presencial, un grupo de profesoras de Infantil y del Departamento de Orientación, tuvimos la suerte de poder participar y aprender escuchando a profesionales de la talla de Rafael Guerrero, Marisol Justo de la Rosa, Fran Herranz, etc.
Las ponencias fueron muy diversas: desde profundizar en las implicaciones de la pandemia en el desarrollo afectivo, emocional y social del niño/a, hasta el desarrollo de los lenguajes bajo la filosofía de María Montessori, espacios de aprendizaje en Educación Infantil, gestión emocional en la primera infancia, la crianza respetuosa, así como estudiar las señales de alarma de los niños en Educación Infantil, entre otros temas.
Vamos a exponer algunas de las conclusiones y reflexiones a las que llegamos y queremos compartir con vosotros:
- No hay causa que merezca más alta prioridad que la protección y el desarrollo del niño, de quien depende la supervivencia, la estabilidad y el progreso de todas las naciones, y de hecho, de la civilización humana.
- No hay intervalo de edad tan esplendoroso como la etapa de Educación Infantil, cuando la intervención es la adecuada.
- El reconocimiento de las emociones, las primeras relaciones sociales, en un ambiente acogedor, de reconocimiento, es fundamental. Tenemos que trabajar el sentido de pertenencia al grupo.
- Nuestra vida se rige por emociones. Somos emoción. Por eso la gestión emocional es fundamental en nuestra vida.
- Sentir es un regalo. Por eso todas las emociones son válidas: sentir pena, sentir miedo, sentir rabia, etc.
- Los niños, que son plenamente emocionales, van a aprender de distinta manera; ante el mismo estímulo, se pueden producir distintas emociones, distintos aprendizajes y distinta gestión emocional, es por ello, que va a haber diferencias sustanciales en su forma de aprender, en su aprendizaje.
- Hemos aprendido que hay que desmitificar las rabietas. Nosotros, los adultos, también las tenemos; forman parte de la gestión emocional y hay que aceptarlas para que no se adueñen de tus días.
- Tenemos que pararnos y pensar por qué nos estamos sintiendo así. Muchas veces tenemos que desaprender y darle valor a las emociones. Aprender a escucharnos, a sacar partido y recrearnos en las cosas buenas que nos rodean. Hay que evitar querer “guardar debajo de la alfombra” aquellas emociones que nos producen malestar. Muchas veces lo hacemos para no preocupar a los que tenemos a nuestro alrededor, a nuestra familia (”no voy a llorar para no preocupar a mi madre… o a mi pareja…), pero no es sano.
Para ello hay que:
- Poner nombre a la emoción
- Aceptar lo que estamos sintiendo.
- Validar todo lo que sentimos.
- Validarlo con amor, con simpatía y con respeto. (Por ejemplo, los niños y niñas esto lo hacen de forma natural. Somos nosotros los que le vamos mostrando lo contrario).
- No nos avergoncemos de nuestros sentimientos. ¡Ojo con el ejemplo! Nuestras emociones las mostramos con todo nuestro cuerpo y los niños las leen mejor que nadie.
Por eso, a través de nuestras emociones, los niños se forman sus creencias y a partir de sus creencias las convierten en realidad.
Reflexionamos mucho sobre la figura de apego del niño. El niño necesita, al menos, una persona que se haga cargo de él: «alguien pensó en mí, luego existo», no es “pienso, luego existo”. Por eso, en la escuela el niño debe tener al menos un profesor o profesora con quien conectar, que sea capaz de comunicar con las lucecitas de su cerebro.
- El niño debe saber cuánto necesita de límites, empoderamiento, amor, autonomía y seguridad.
- La educación ha de ser respetuosa porque estamos al servicio de las necesidades del menor porque son los más vulnerables.
La figura de apego da seguridad al niño porque los grandes miedos del ser humano son:
- MIEDO AL CAOS
- MIEDO AL DESORDEN
- MIEDO A SER ATACADO
- MIEDO A SER ABANDONADO
La base del miedo es el miedo a ser abandonado, por eso es necesario crear vínculos emocionales entre los niños y los adultos que están con él.
Todas las variables del miedo que nos desregulan, se arreglan gracias al vínculo sano o apego. Incluso aunque sea inseguro. La presencia del vínculo nos permite sobrevivir. Por eso los niños piensan que sus papás son los mejores del mundo. Necesitan creérselo. Incluso aunque no lo sean. Éste es un mecanismo de defensa. Por eso dice Pepa Horno que “no aprendemos a amar amando, sino que aprendemos a amar sintiéndonos amados”.
La fases para crear el apego entre el niño y su figura de apego (madre/padre/profe/abuelo/…) son:
- Disponibilidad (tiempo; estar físicamente presente).
- Accesibilidad (calidad; estoy modo avión, porque estoy estresado?)
- Sintoniza (viaje empático; dejar mis expectativas, mis deseos y conectar empáticamente con el niño)
- Ser responsivo (ser en ese momento concreto; dar respuesta la adecuada, sensata, acorde a su necesidad que no a mi deseo. Cuantas más veces seamos esto a lo largo del día mejor será para los niños.
Otro aspecto sobre el que hemos trabajado es el espacio educativo.
- Es importante diseñar las actividades y los espacios educativos con miradas respetuosas en consonancia con la pedagogía con la que trabajamos. Pensemos que los maestros de los niños son tres: los adultos, sus iguales y los espacios. Espacios de luz y arte, espacios de movimiento, de construcción, aulas polisensoriales con una escala cromática. No espacios sobrecargados que estresan a los niños y no favorecen el confort visual. Ojalá pudiéramos tener aulas conectadas con la naturaleza; con materiales de madera, tierra, aire, y ampliar la mirada con espacios libres.
- No nos volvamos locos comprando juguetes ni materiales sofisticados. Como dice Tonucci, recordemos que el juguete bueno es aquel que sin ser nada en concreto, puede ser todo.
- Según el Desarrollo de los Lenguajes bajo la filosofía de María Montessori, que es un método basado en la observación de los propios niños, el espacio se distribuye en diversas áreas: por ejemplo, el área sensorial, el área de vida práctica, el área del lenguaje (pero un lenguaje rico en sustantivos, adjetivos, sinónimos, con frases muy bien estructuradas para que interioricen las reglas del lenguaje), área de las matemáticas y el pensamiento lógico etc. Debemos aprender de ellos y crear microespacios donde los niños puedan explorar, descubrir, manipular, fomentar la escucha, mirarles sus caritas y comprender lo que nos quieren decir.
- La vida se desarrolla sola pero hay que respetar el plan: por eso es necesario trabajar el desarrollo motor, el cognitivo, el social, el lenguaje y el afectivo. Hay que ayudarle a conocer el entorno y para ello el niño necesita realidad. Como es demasiado inmensa, necesita simbolización.
- La neurociencia ha venido a apoyar muchas teorías del método Montessori. El bebé cuando nace tiene como herramienta los sentidos y se van creando los primeros patrones de conocimiento del entorno, por eso debemos poner un entorno a los niños. Pero entornos reales, porque están construyendo su entorno. A medida que van madurando, van aprendiendo. Por eso la Doctora Montessori nos hablaba acerca de lo que ella pensaba de acercar la fantasía o la realidad a los niños.
- Uno de los peores problemas de nuestro tiempo es la exposición a la televisión antes de los 6 años. La televisión es una herramienta válida e importante cuando se utiliza para acercar realidades a los niños. Es importante acercar realidades a los niños y educar a los niños en realidades. Eliminemos las televisión de 0 a 3 porque usa un lenguaje que cognitivamente no puede entender. La podemos utilizar para acercar realidades. Para que conozcan, a lo mejor, cómo viven determinados animales o conocer determinados espacios que quizás no pudieran conocer pero, nunca como medio de tenerlos “entretenidos”.
- Para acercar realidades a los niños, algo que sostenía la Dra. Montessori, en los cuentos deben aparecer personas haciendo cosas de personas, animales haciendo cosas de animales y cosas haciendo cosas de cosas. No hay una vaca que no quiere ir al cole. Hay un niño que no quiere ir al cole.
- Cuando estoy triste, lloro y tengo un gesto triste en mi cara. Por eso es necesario trabajar con ellos mismos, frente a los espejos, que se miren sus caritas y que se reconozcan.
- Contemos cuentos de realidad pero contados con tono de cuento.
Terminamos el Congreso convencidas de que es necesario recordar lo que ya sabemos, seguir renovándonos pedagógicamente, seguir reflexionando para avanzar y contagiarnos de profesionales que creen de verdad en los niños, que dejan a los niños ser niños porque la excelencia educativa no es sinónimo de que los niños hagan cosas de mayores, dejémosle ser niños porque sino les estamos haciendo envejecer.
Jefa del Departamento de Orientación. Coordinadora de Educación Infantil y del Ciclo Superior en Educación Infantil.