Los nuestros son los que empiezan. Desde el que no mantiene aún el paso firme pero, como culebrilla cimbreante, sigue asombrosamente hábil a su maestra; pasando por el que experimenta, en charla con sus colegas, nuevas formas de ser y de moverse mientras su cabeza y cuerpo están en plena revolución; hasta los del último curso, los que se saben los mayores y en el rostro ya se les nota que empiezan a luchar por un proyecto…su propio proyecto.
Hay momentos, cuestión de minutos, que en los patios están todos entre gritos, risas y juegos. Alguna vez me he parado a verlos. No puedes hacer otra cosa que sonreír, creedme, …