Viajar, salir de la rutina del día a día, es una experiencia maravillosa. Pero no hay nada comparable que se haga con los compañeros y amigos.
Los días previos a la excursión a la «Casa do Queixo«, nuestros niños y niñas de 5º de Infantil ya estaban muy nerviosos, esperando impacientes un poco de normalidad, que ya tocaba después de dos años.
Y por fin llegó. Iban en el bus emocionadísimos por ver qué se iban a encontrar (algunos ni siquiera habían pisado el rural).»No sé qué me voy a encontrar en la granja, pero estoy muy feliz», es una de las frases que nos decían.
Aunque ya todos sabéis que la frase estrella, en un viaje con niños, es «¿Cuánto falta para llegar, profe? «
Por fin llegamos, con nervios por descubrir lo que se iban a encontrar. Y así es como empezaron los talleres.
Hicieron queso aprendiendo la técnica y los nombres de los ingredientes. Y, por supuesto, al final pudieron comerlo. ¡Toda una experiencia!
Además jugaron a juegos populares. Y como el buen tiempo acompañó, algunos los pudieron hacer al aire libre.
El último taller consistió en una visita a los animales de la granja. Sin duda, lo que más les gustó fueron las crías (corderos, conejos, terneros…).
Pudieron darles de comer e incluso tocarlos.
La hora de comer todos juntos también fue otro gran momento. No importaba tanto la comida como la experiencia de disfrutarla con los amigos. «¿De qué sirven los grandes momentos si no puedes compartirlos, verdad? «
El día de excursión había terminado pero quedaba la vuelta al cole. Y ahí es donde aparecen los distintos grados de energía. Están los que tienen la misma vitalidad que a las nueve de la mañana y los que necesitan recargar pilas. Pero seguro que esos sueños están llenos de felicidad por el día vivido
Y nosotras, sus profesoras, felices también de poder compartir ese día con ellos.