Desde que cerramos la puerta de nuestras aulas y nos despedimos deseando que el reencuentro fuese feliz y temprano, el tiempo parece haberse detenido. Los días pasan desordenados y las semanas se entremezclan, haciendo que perdamos la cuenta del calendario. Sin embargo, desde las ventanas de sus hogares, unos ojos atentos y curiosos observan como, a pesar de todo, la naturaleza ha dado la bienvenida a la primavera. Y es que para los niños y niñas del Liceo y sus maestros, el cambio de las estaciones nunca pasa desapercibido.
Durante los meses que hemos compartido juntos nos hemos preparado para la llegada del “primer verdor”. Ya sea en pisos cerca de nuestro centro o en casas algo más alejadas, todos celebramos el resurgir de las flores, el buen crecer de los cultivos y el despertar de muchos animales y, con todo ello, la oportunidad de continuar aprendiendo y enseñando sobre el medioambiente y sus cuidados.
Pequeños y mayores nos ponemos manos a la obra y recordamos, con cierta nostalgia, el vivero del Colegio al que tantas veces hemos acudido para plantar, estudiar el crecimiento de flores y vegetales, festejar días destacados como la vendimia o, simplemente, disfrutar de la belleza de nuestro espacio verde. También traemos a la mente las importantes actividades y lecciones de sostenibilidad que marcan la jornada escolar.
No en vano podemos decir que, cada uno de los integrantes de nuestra gran familia educativa, está poniendo su granito de arena para que la primavera luzca igual de bonita e incluso más especial que en años pasados.
Mientras la profe Puri selecciona semillas, las coloca cuidadosamente en algodón mojado y espera a que asomen los primeros brotes, Victoria prepara la tierra en compañía de su papá y logra una cama confortable para sus cultivos.
La profe Sara acondiciona el suelo de la huerta, siembra en los surcos y pinta las paredes de un cobertizo que albergará el compost para abonar el terreno labrado.
Pablo, siguiendo el ejemplo de su abuelo, controla la maleza y cuida el aspecto de su jardín…
…al tiempo que Daniel riega los tempranos frutos de sus labores.
Los animales también realizan sus aportaciones. En el balcón de Rosa y María, las crías de sus pajaritos salen de los huevos rodeados de brillantes colores florales.
Los cascarones de los pollitos también se rompen bajo la maternal mirada de las gallinas ponedoras que les dan la bienvenida en las fincas.
Martín aprovecha la oportunidad para aprender, acogiendo a un grupo de caracoles que le visitaron un día de lluvia.
El compromiso con el bienestar del entorno es ahora indiscutible, y nuestra rutina se llena de pequeños gestos individuales con un gran impacto colectivo: sabemos que cada gota cuenta, que la luz solar puede sustituir, en muchas ocasiones, a las bombillas, que los residuos han de estar debidamente separados y que es posible reducir el consumo si se idean alternativas; como ha hecho Julia, que amasa su propio pan.
Así es como, lentamente y bien custodiada, la estación del entretiempo se ha colado en nuestras casas contagiando con soplos de aire fresco a quienes se detienen a apreciarla.
Alumnos, alumnas y docentes se unen de forma telemática para repartir responsabilidades, buscar soluciones y realizar proyectos verdes. Todos ellos nos regalan enseñanzas de paciencia, ilusión y constancia, a la espera de poder disfrutar de nuevos tiempos juntos.
Sara Calo y Puri Rivela
Tutoras de 5º de Educación Infantil